Fibromialgia y síndrome de fatiga crónica: cuando la fatiga y el dolor se vuelven crónicos

El dolor y el agotamiento son algunos de los síntomas comunes que, si se vuelven crónicos, pueden causar preocupación.

El dolor y el agotamiento son algunos de los síntomas comunes que, si se vuelven crónicos, pueden causar preocupación.

Se estima que entre el 2 y el 10% de la población en general puede verse afectada, con más casos en mujeres. El diagnóstico precoz es importante

Desde 1992, la  Organización Mundial de la Salud  (OMS) ha reconocido la  Fibromialgia  , una de las afecciones más comunes del dolor crónico, dentro de su  Clasificación Internacional de Enfermedades  . Entre el 2 y el 10% de la población general puede verse afectada, siendo nueve veces más frecuente en mujeres.

¿A qué síntomas debemos atender? ¿Qué progreso hay en tu diagnóstico y tratamiento? ¿Cuál es su relación con el síndrome de fatiga crónica? La  Dra. Evangelina Melgar  (MN 133,847), médica psiquiátrica y coordinadora de los pacientes clínicos con fibromialgia y fatiga crónica  INECO  , proporciona claves para comprender estas patologías que pueden afectar las actividades de la vida diaria y las relaciones interpersonales de quienes sufren.

En general, la  fibromialgia se  manifiesta a partir de los 30-40 años, aunque, en menor porcentaje, puede aparecer en la infancia y la adolescencia. El síntoma principal es el dolor musculoesquelético generalizado, que empeora con la presión de los puntos sensibles. La intensidad del dolor varía según los cambios climáticos, la actividad física, el estrés psicológico o la falta de sueño. Por lo general, comienza en una región del cuerpo y migra a través de diferentes áreas, hasta que se generaliza con el tiempo.

90% de los pacientes experimentan fatiga, 70-80% trastornos del sueño y hasta 25% de ansiedad o depresión. La baja tolerancia al esfuerzo también es común; la sensación de pesadez en las extremidades, rigidez generalizada (especialmente al levantarse por la mañana); Sensación de inflamación y hormigueo mal definido en manos y pies. Puede estar asociado con dolores de cabeza, mareos, fallas cognitivas en la memoria y la atención, bruxismo, síntomas gastrointestinales, como el síndrome del intestino irritable, dispepsia, náuseas. La presencia de estos síntomas o síndromes asociados varía en cada persona.

La fatiga en sí misma es un síntoma que se puede encontrar en varias tablas, pero  el Síndrome de Fatiga Crónica  (SFC), también llamada encefalomielitis miálgica, es una entidad clínica reconocida por todas las organizaciones médicas internacionales y por la  OMS  . Solo el 8% del tiempo la fibromialgia se asocia con  SFC  .

El síndrome puede aparecer a cualquier edad, incluso en la infancia, pero es más frecuente en mujeres entre 20 y 40 años. En muchos casos, comienza abruptamente después de un episodio infeccioso, o un trauma físico o psíquico, como una cirugía, accidentes o la muerte de un ser querido. En otros, aparece gradualmente. Puede durar muchos meses e incluso años; Solo un pequeño porcentaje se recupera por completo.

La  SFC  se caracteriza por una fatiga extrema que dura más de 6 meses y no se alivia con el descanso, asociada con otro grupo de síntomas que también son constantes durante más de 6 meses. Entre ellos: trastornos del sueño, dolores musculares o articulares, dolores de cabeza, dolor de garganta, falta de concentración y memoria, sensación de mareo o enfermedad. La severidad de los síntomas varía de un día a otro.

El diagnóstico precoz es la clave del éxito.

Si bien las causas de ambas patologías son desconocidas, los factores genéticos podrían predisponer al desarrollo de la fibromialgia, mientras que para  el síndrome de fatiga crónica  (SFC) existen muchas teorías, que van desde su relación con las infecciones virales hasta el estrés psicológico.

El diagnóstico de ambas patologías es eminentemente clínico. Por el momento, no existen estudios complementarios que los confirmen, se establece en una entrevista con el profesional, en la que el paciente describe los síntomas. Se utilizan algunas escalas: cuestionarios sobre el dolor en las diferentes regiones del cuerpo y sobre la gravedad de los síntomas, donde se evalúa la presencia de alteraciones cognitivas, de sueño, fatiga y otros síntomas somáticos. También se recomienda la evaluación de un especialista en reumatología para descartar patologías asociadas o aquellas que comparten síntomas similares.

El diagnóstico precoz es el principal desafío que presentan estas enfermedades, para evitar su cronicidad y un mayor impacto en la funcionalidad de la persona, mejorando su calidad de vida.

Informar adecuadamente sobre estas patologías debe ser el primer paso del tratamiento. El paciente debe conocer desde el principio las características de la enfermedad, su evolución, así como las expectativas positivas y realistas que mejoran su colaboración con las terapias, confiando en una mejora probable.

Existe consenso en que los programas de ejercicio físico deben ser uno de los tratamientos básicos para todos los pacientes con  fibromialgia  . Por ejemplo, la rigidez matutina, síntoma característico, se debe a alteraciones en la microcirculación que generan la sensación de adormecimiento y causan dificultad y dolor al moverse después de largos períodos de quietud.

En este sentido, se indican los ejercicios diarios de estiramiento y oxigenación, así como la actividad física aeróbica, no intensa. Los anaeróbicos no son recomendados, ya que empeorarían la sensación de pesadez y dolor.

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